Un amigo, rendido admirador de Perdidos, harto de que lo tilden de raro, me dio el otro día una lección. Conozco, me decía, un montón de gente que esta enganchadísima a otra serie. La ven todas las semanas, esperan impacientes cada episodio, se saben de memoria los nombres de los personajes y también de la gente que está detrás de todo ello. Se pasan la semana comentando el episodio y elucubrando sobre cómo será el siguiente, así como sus tramas y subtramas y también sobre cómo piensan ellos que debería transcurrir. Ta quedan para cenar y verla en grupo y muchos se suerten de objetos relacionados y se disfrazan como sus personajes favoritos. Sí, se gastan dinero en ella, más que yo.
Aunque no es un pograma (a veces lo parece) se puede ir como público, pero la mayoría la ve por la tele. Entre episodios, para aguantar la espera, buscan en presa, en radio, en televisión y en internet lo que encuentran sobre ella, incluso algunos periódicos estan especializados en la materia. Cuando se acaba la temporada, se pasan el verano hablando sobre ella y sobre lo que deparará la siguiente y para sobrellevarlo, se entretienen con contenidos alternativos que ofrecen durante el parón, DVDs que le permiten revivir los episodios más impactantes, otras son intrigas sobre personajes que desaparecerán o nuevos que se incorporarán. Pero claro, como su serie no es Perdidos sino La Liga de Fútbol, ellos no son raritos.
De regalo un estupendo gráfico de Perdidos: ¿Quién es quién en Perdidos?
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Originalmente fue publicado en la columna del diario gratuito ADN.
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