Actualmente el póker está
viviendo una época dorada que pocos podían imaginar hace sólo unos
cuantos años, cuando este juego de cartas parecía arrinconado en el
recuerdo de todos nosotros, perteneciendo tanto a la ficción como un
unicornio o los viajes en el tiempo. Pues era precisamente en el cine
donde tenía lugar el poco contacto que la mayoría de nosotros podía
tener con el póker. Esto ha cambiado hoy día totalmente, y el póker está
presente en nuestras vidas ya seamos jugadores o no. Quizás el boom del
póker se deba principalmente al póker online, ya que los portales de
juego se han convertido en un gran punto de reunión de jugadores que no
tienen problemas en echar un par de partidas frente a su ordenador
cuando les apetece y tienen tiempo libre.
Pero
por si esto fuera poco, el póker online se ha visto reforzado por los
torneos presenciales, que le han quitado algo de polvo y años a los
casinos; y las partidas entre amigos que se reúnen de vez en cuando para
pasar un rato charlando y tomando algo con las cartas y las fichas de
póker como excusa. Lo curioso de estas reuniones de amigos para jugar al
póker es que tienen un gran éxito entre los jóvenes, con lo que no es
raro encontrar un maletín o caja con fichas de póker en la mayoría de
los pisos compartidos de jóvenes. Pero al margen de esta moda actual del
póker, debemos reconocer que si el juego ha subsistido a duras penas
durante muchos años ha sido gracias al cine, principalmente por la
industria de Hollywood, pues mientras el póker se retiraba de la vida de
la mayoría de la gente, su leyenda continuaba presente en la pantalla,
como un eterno recordatorio de que aunque no jugáramos con las cartas,
un póker de ases era una mano que no podíamos dejar pasar.
Si
nos fijamos en como ha tratado el cine al póker, podemos centrarlo en
tres vertientes muy bien diferenciadas, por un lado tenemos las míticas
partidas de póker en los westerns, por otro el papel de las cartas en
sórdidas partidas ilegales de la mafia, y por último esa imagen de
glamour y exclusividad en lujosos casinos donde las cartas hacen cambiar
de manos millones de dólares. El caso del póker en el oeste es el más
simple, pues se ha convertido en un sinónimo del propio género
cinematográfico. De este modo, no podemos pensar en ninguna película
ambientada en el oeste en el que no haya ningún tiroteo ni una partida
de póker en un saloon. El póker en el oeste era jugado por hombres rudos
que se jugaban su sueldo mientras bebían whisky y masticaban tabaco, o
al menos eso es lo que nos ha enseñado el cine.
Pero
no solo en la prehistoria americana habita el póker fílmico, ya que no
podemos dejar de lado ni a los mafiosos ni a los multimillonarios. En el
caso de la mafia, todos tenemos la imagen de unos gangsters italianos
organizando una partida de póker ilegal en la trastienda de una
carnicería o negocio similar. Estas representaciones del póker son mucho
más sórdidas, pues casi siempre terminan con alguien que pierde más de
lo que puede pagar, con lo que si tiene suerte le romperán un par de
dedos con un martillo y si es menos afortunado dormirá con los peces
gracias a unos zapatos de cemento. Menos mal que la imagen más
glamourosa del póker en el cine es mucho menos violenta, ya que todos
podemos recordar escenas de hombres con smoking jugándose literalmente
fortunas a las cartas mientras mujeres deslumbrantes les acarician los
hombros y les traen una copa tras otra.
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